COMO EN UNA TRAGEDIA SHAKESPERIANA
Siempre he amado a hombres de corazón débil,
amé a esa clase de hombres
incapaces de hacer sombra cuando caminan
hombres ciegos
ante una despampanante realidad que nubla los ojos
hombres que no usan sombrero
ni reconocen el valor de las palabras
hombres que van por la vida como en una caminata lunar
hombres nacidos fuera del flujo de la Historia
hombres con memorias antiguas que amamantan su furia
hombres que únicamente pueden ser encontrados en el Triángulo de las Bermudas
hombres con egos que se mecen en perfecto equilibrio
sobre la punta de un iceberg
hombres llenos de fantasmas como en una tragedia shakesperiana.
La fatalidad cruzó el destino de estos hombres con el mío
forjando una espléndida flor moribunda
una flor japonesa que se convierte en pájaro.
Anochezco en el recuerdo de esta multitud de hombres
y mi memoria atareada descansa
dejándolos de nombrar por un instante
que no cabe en la palma de mi mano
ese instante más instantáneo de todos los instantes: el de morir de amor.
Todavía me veo
escondida en la foresta de mi propia confusión
espiándolos a la espera de una señal
de un mínimo gesto de ternura,
soy como esos perritos asustados
que añoran una palmada
o una distraída caricia en el lomo.
Me falta a noción primordial del lenguaje
se me escapa el más básico entendimiento de los hechos
mi cuerpo es invisible,
sólo aprendí a correr o a ocultarme
y los hombres lo huelen como animalitos que son, igual que yo.
DE PRONTO LA NIÑA
De pronto una niña
sopla muy cerca de mi cara
sopla la niña el aire que estuvo
dentro de su cuerpo
y me baña
con esa ausencia de palabras
con su frescura
con su instintiva fuerza,
muy vivo, el aire de la niña
quiere entrar en mis pulmones
me baña la luz de su aire
así
mi cordura se ha precipitado
por lugares
que no le pertenecen a nadie
la niña sabe quién soy
por eso sopla en mi cara
su vívido aire
el resplandor de su cercano nacimiento
el nombre secreto que le susurraron las hadas
todo para mí
que solo estoy hecha de aire.
Hoy, en medio de la parsimonia del mundo
Vino la niña a soplar en mi cara.
Irma Verolín nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1953. Ha publicado los libros de cuentos: "Hay una nena que gira", "La escalera del patio gris", “Una luz que encandila”, “Una foto de Einstein tocando el violín”, “Fervorosas historias de mujeres y hombres” y “Cuentos de mujeres leves” y las novelas: "El puño del tiempo", "El camino de los viajeros" y “La mujer invisible”. Entre 1989 y 1999 varios títulos del género infanto-juvenil fueron editados por diferentes sellos del rubro. A partir de 2014 publicó en poesía: “De madrugada”, “Los días”, (Primer Premio Fundación Victoria Ocampo) y “Árbol de mis ancestros”. Obtuvo diversas distinciones entre las que se destacan Premio Emecé, Primer Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Primer Premio Internacional de Puerto Rico, Primer Premio Internacional de Novela Mercosur, Primer Premio internacional Macedonio Fernández. Tres de sus novelas fueron finalistas en los premios Clarín, Fortabat, La Nación de Novela y Planeta de Argentina. Fue becaria del Fondo Nacional de las Artes en 1999. Algunos de sus textos fueron traducidos al idioma inglés, alemán, italiano, ruso y portugués.