Poemas breves XVI

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COMO EN UNA TRAGEDIA SHAKESPERIANA

 

Siempre he amado a hombres de corazón débil,

amé a esa clase de hombres

incapaces de hacer sombra cuando caminan

hombres ciegos

ante una despampanante realidad que nubla los ojos

hombres que no usan sombrero

ni reconocen el valor de las palabras

hombres que van por la vida como en una caminata lunar

hombres nacidos fuera del flujo de la Historia 

hombres con memorias antiguas que amamantan su furia

hombres que únicamente pueden ser encontrados en el Triángulo de las Bermudas

hombres con egos que se mecen en perfecto equilibrio

sobre la punta de un iceberg

hombres llenos de fantasmas como en una tragedia shakesperiana.

La fatalidad cruzó el destino de estos hombres con el mío

forjando una espléndida flor moribunda

una flor japonesa que se convierte en pájaro.

Anochezco en el recuerdo de esta multitud de hombres

y mi memoria atareada descansa

dejándolos de nombrar por un instante

que no cabe en la palma de mi mano

ese instante más instantáneo de todos los instantes: el de morir de amor.

Todavía me veo

escondida en la foresta de mi propia confusión

espiándolos a la espera de una señal

de un mínimo gesto de ternura,

soy como esos perritos asustados

que añoran una palmada

o una distraída caricia en el lomo.

Me falta a noción primordial del lenguaje

se me escapa el más básico entendimiento de los hechos

mi cuerpo es invisible,  

sólo aprendí a correr o a ocultarme

y los hombres lo huelen como animalitos que son, igual que yo.

 

                                                         

DE PRONTO LA NIÑA

 

De pronto una niña

sopla muy cerca de mi cara

sopla la niña el aire que estuvo

dentro de su cuerpo

y me baña

con esa ausencia de palabras

con su frescura

con su instintiva fuerza,

muy vivo, el aire de la niña

quiere entrar en mis pulmones

me baña la luz de su aire

así

mi cordura se ha precipitado

por lugares  

que no le pertenecen a nadie

la niña sabe quién soy

por eso sopla en mi cara

su vívido aire

el resplandor de su cercano nacimiento

el nombre secreto que le susurraron las hadas

todo para mí

que solo estoy hecha de aire.

Hoy, en medio de la parsimonia del mundo

Vino la niña a soplar en mi cara.

 

 

Irma Verolín nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1953. Ha publicado los libros de cuentos: "Hay una nena que gira", "La escalera del patio gris", “Una luz que encandila”, “Una foto de Einstein tocando el violín”, “Fervorosas historias de mujeres y hombres” y “Cuentos de mujeres leves” y las novelas: "El puño del tiempo", "El camino de los viajeros" y “La mujer invisible”. Entre 1989 y 1999 varios títulos del género infanto-juvenil fueron editados por diferentes sellos del rubro. A partir de 2014 publicó en poesía: “De madrugada”, “Los días”, (Primer Premio Fundación Victoria Ocampo) y “Árbol de mis ancestros”. Obtuvo diversas distinciones entre las que se destacan Premio Emecé, Primer Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Primer Premio Internacional de Puerto Rico, Primer Premio Internacional de Novela Mercosur, Primer Premio internacional Macedonio Fernández. Tres de sus novelas fueron finalistas en los premios Clarín, Fortabat, La Nación de Novela y Planeta de Argentina. Fue becaria del Fondo Nacional de las Artes en 1999. Algunos de sus textos fueron traducidos al idioma inglés, alemán, italiano, ruso y portugués. 

 

 

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