El caso podría plantearse como una desnaturalización, una póstuma y significativa mutación estética, claramente connotada como cláusula testamentaria, que el autor ha reservado para ser develada luego de su muerte, para virar de modo demoledor las formas de su rumbo y devenir perpetrador. Una sorpresa impensada por provenir de quien no habitara nunca antes esos paisajes experimentales, que la literatura argentina parecía haber reservado a los escribas problemáticos, a los marginales habituados a vivir entre el filo del respeto y la execración. De pronto, una corriente intelectual cristalizada en el imaginario del prestigio y el reconocimiento, precondiciones del canon, es desviada de curso en un virulento e inesperado testamento literario. Bioy es el perpetrador, quizá el menos plausible, de quien solo se aguardaba prudencia estética, corrección idiomática, sobriedad estructural; qué menos para este portador de genealogía, alguien que cifra en sus iniciales la cartilla misma de alfabet...
Posadas 1650
Puntualmente: la literatura argentina toda, nombre por nombre, es diseccionada en Posadas 1650

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