Todos los días menos los domingos de Juan Pedro Rodenas

Presentación del libro en Rosario, junto a Pablo Bigliardi

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Foto de Todos los días menos los domingos de Juan Pedro Rodenas por undefined.

Toda poesía es una confidencia”, dice desde el epígrafe Jorge Luis Borges, por eso lo traje conmigo a la presentación.

Según Borges, la poesía es expresión si un verso es expresión, si cada una de las palabras que lo componen es expresiva en sí misma.

En una de sus conferencias cita a Francis Bradley, un filósofo británico, exponente del idealismo absoluto, quien sostenía que el espíritu era la única realidad. Borges lo cita cuando dice que “uno de los efectos de la poesía debe ser darnos la impresión, no de descubrir algo nuevo, sino de recordar algo olvidado”.

Es el pensamiento es que me queda rondando luego de la lectura de Todos los días menos los domingos. Los domingos tienen algo nostálgico, en general. Y la nostalgia viene secundada por el recuerdo.

No hay nada por descubrir leyendo poesía, sino todo por recordar.

 

En este libro, como en los anteriores, Juan Pedro Rodenas transmite a partir de la creación de poemas breves, de verso libre y poesía en prosa, una atmósfera reflexiva, melancólica, de homenaje. Si bien los tres poemarios se ubican en distintas etapas, todos comparten un tono introspectivo, íntimo, de contemplación.

Los poemas funcionan como una meditación, en armonía con esa “confidencia”. No hay un argumento en el sentido tradicional, sino que cada composición gira en torno a varios temas como la amistad, por ejemplo: “Así somos, / amigos / que miran todos los días el mundo / como si fuera la primera vez”, el amor, el deseo, como refugio: “Soy un fugitivo que se esconde / en su propio laberinto, / ahora que empiezo / a envejecer / extiendo / mi escondite aquí / para decir que quiero / seguir viviendo con vos”.

También la poesía, la lectura y la escritura son parte de la temática de este libro: “me despierto con la idea del poema / busco su imagen / la mañana, el cielo celeste / Las chicharras, algunas cotorras, ruidos de campo / la extensión de la soledad”.

La memoria, algunas ausencias, la fe, la resistencia, y la esperanza en un contexto actual, social, cultural, económico, que por momentos resulta un poco agobiante, tienen una presencia fuerte. Y, por supuesto, Rosario, el río, los humedales: “El fuego, ese animal / inescrupuloso / azota el humedal / Tierra agrietada / espinillos puntiagudos / restos de una / muerte dudosa, / ecocidio”.

 

Ahondar en la crítica de la poesía es un acto absolutamente subjetivo, lo digo con algún conocimiento de causa, no se puede formar un criterio unánime luego de la lectura de un poemario. Por eso no quiero analizar este libro, no vine a trabajar, pero sí me gustaría decir algo en lo que creo y coincido con Jorge Luis: si no hay emoción no hay poesía, si no se manifiesta algo cuando leemos una estrofa, un verso, más allá de la técnica, el uso de figuras retóricas, o la forma, etcétera, no nos vamos a sentir frente a un texto poético aunque todas las piezas estén minuciosamente puestas.

En Todos los días menos los domingos se combinan referencias literarias, deportivas, y lo que me sorprendió, lo digo por lo original, fue el conjunto de aforismos no literales que cierran el libro. Ingeniosos, y con un tono irónico, claramente pueden funcionar como máximas, pero también definen de manera breve y concisa el tono reflexivo del que hablé antes.

Leo algunos que elegí porque representan bastante al poeta, al escritor, a lo que escucho sobre nuestro querido ambiente literario:

“AUTOR: alguien que juega a crear mientras trabaja de otra cosa”

“SUERTE: estado de gracia que siempre le ocurre a otro”

“ALMA: las siete (7) de la tarde de un domingo”

No hay nada más inspirador para versear que un domingo a las siete de la tarde. Es un momento “épico”, como diría mi hijo, una hazaña heroica, para tener una conversación con uno mismo.

 

Vuelvo a la emoción y a la poesía, esa dupla inseparable. Cómo y dónde sentir la emoción, entonces, cuando leemos sobre cuestiones domésticas, relaciones de pareja, trabajo, amigos, sobre Maradona o Ginóbilli… En el recuerdo.

Cuando un poema nos guía por nuestros recuerdos estamos frente al poeta. Y se da la comunión, el encuentro, entre el lector y el libro. Se descubre el libro, como dice Borges.

 

Leo en un poema “… su pose es una forma de la memoria”. Hay distintas formas de la memoria y una de ellas es la que comprende los recuerdos específicos, las experiencias, y esos recuerdos son siempre diferentes según quiénes vivan dichas experiencias.  

Por eso, no hay nada por descubrir leyendo unos poemas, hay que sentirlos nomás. Y aquí es donde la elección de cada palabra gana importancia. Las palabras son la herramienta. En este caso, el lenguaje es cercano, coloquial, muestra lo posible. Lo que nos puede pasar, lo que podemos sentir.

 

Encontrar una voz propia requiere trabajo, no solo de escritura sino de lectura. Leer, leer bien, entender lo que se lee, que no siempre es lo mismo, resulta fundamental para la creación.

En cada uno de sus libros Juan imprime su huella, su estilo, y su voz. Los invito a descubrirla leyendo todos los días menos los domingos, los domingos hagan otra cosa, en este libro el poeta les da algunas ideas.

 

 

 


Fecha15/11/2025
Tiempo de lectura1 min

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