Presentar el libro de Marcelo Scalona en Rosario me puso un poco nerviosa, muchos me hablaron con tal familiaridad de Esteban y el chino, como si los conocieran desde hace años, y pensé: ¿les podré decir algo que no sepan de estos personajes fantásticos? Voy a intentar transmitirles la emoción que me generó la lectura de la novela, porque al fin y al cabo de eso trata el vínculo entre un libro y el lector.
Como lectora me gustan las historias simples, de estructura clásica. Creo que un buen libro, aunque definir qué es bueno o malo en literatura nos pueda llevar horas de discusión, no tiene que ver con la innovación en la forma, sino con armar un relato firme que perdure en la memoria del lector.
En este sentido considero que, si la historia tiene una buena presentación, el desarrollo es interesante: los personajes están bien definidos, hay conflictos que atrapan, y bellas descripciones; si desemboca en un final que cierra de manera contundente la acción, aunque sea abstracto, contemplativo, filosófico, esa historia no puede fallar.
Creía Borges, y lo menciono porque es una parte de los tesoros que van a encontrar en la novela de Marcelo, que las ideas no son importantes. Que un escritor debería ser juzgado por el placer que da. Y por las emociones que provoca.
Entonces, como decía, me gusta encontrar esa simpleza, un relato que entretenga —del verbo entretener en su primera definición—, esto es: que me haga pasar un momento agradable. Y eso es lo que sucedió con este libro.
El chino de Tablada es una novela temporalmente situada durante la pandemia por Covid-19. El escenario es el sur de Rosario, Santa Fe. En un contexto social que incluye el encierro por la cuarentena, la lucha contra el narcotráfico, la quema de los humedales y la situación política, económica que atraviesa la sociedad. El entorno realista que envuelve a la novela y la forma que tiene el autor de narrar, permiten que nos ubiquemos en el día a día de los personajes, aunque no vivamos en Rosario. Y no sólo de Esteban y Wu, los protagonistas, también vamos a acompañar a Xia, Ariana, Nancy, Aldo y algunos más.

Esteban, un cirujano que pierde unos juicios por mala praxis, razón por la cual le suspenden la matrícula, vuelve a vivir en su antiguo barrio luego de quince años y un divorcio. El psiquiatra le recomienda escribir y lo incita a dar un taller literario. Voy a citar un pasaje del libro que dice: “El Taller Literario Valium es un boom, es el primero que recomiendan los psiquiatras en Rosario, y no deja de llegar todo el tiempo gente deseosa de escribir como Onetti, en tres meses”. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Desde la ventana de la casa familiar, Esteban observa a Wu, el chino de enfrente, que cada mañana, una hora antes de abrir el supermercado, ocupa su lugar en la entrada.
Estos hombres solitarios se conectan a través de la mirada, la sonrisa cómplice, intercambian apenas algunas palabras. Es un vínculo que se consolida visualmente, con los gestos, movimientos, hasta el silencio los une. Esteban y Wu no hablan el mismo idioma, pero comparten un lenguaje. Es esa forma de acercarse la que sostiene uno de los conflictos. Podríamos decir el conflicto íntimo de la novela.
Luego el narrador, cómplice y todo, invita al lector a dar una vuelta por el entorno de esta dupla protagónica, el ambiente que los cobija. Y ahí se manifiesta otro de los conflictos, pero externo, lo que mencioné antes y tiene que ver con la vida durante la cuarentena, la situación política, social y económica en la provincia, etc. La novela intimista, por momentos, gira hacia el policial y viceversa.
También hay amor, no podía faltar en esta historia que, además, tiene un poco de misterio, algunos secretos e intriga. Esteban se enamora de la hija de Wu, Xia, una china medio surrealista, como dijo Marcelo en algún momento: una mujer rara, por momentos intratable. Y hay otro personaje femenino, Ariana, que vendría a ser la antagonista de Xia, y que me encanta porque tiene una personalidad arrolladora.
Toda la novela es bellísima, la escritura de Scalona es muy descriptiva, el uso de las metáforas que muestran imágenes tan nítidas, pero también sensaciones táctiles, térmicas, gustativas, auditivas. Una prosa poética para nada cargada, en la que incluye humor e ironía para suavizar o descomprimir el escenario, el ambiente donde está ubicada la historia. Hace uso armónico de recursos literarios logrando un buen ritmo de lectura.
Me llamó la atención la cantidad de figuras que utiliza, y que proponen cierta complicidad con el lector. Como, por ejemplo: la repetición. Hay que saber usar ese recurso. El otro día leía a una escritora que decía que estaba cansada de la repetición, que había muchas otras figuras. Y sí, hay un montón, pero cuando se hace un buen uso de ese recurso es maravilloso. Silvina Ocampo, una gran escritora de cuentos fantásticos y policiales, lo utilizaba constantemente, pero con una intención tan clara que no se hacía notar.
En este libro logran un buen efecto. El sello único, la impronta personal, que forma parte, sin dudas, del estilo del autor.
Por último, quiero mencionar a Bajtín.
Mijaíl Bajtín, un crítico que revolucionó la teoría literaria, reflexionaba acerca del carácter dialógico que en sí posee todo escrito. Según él, cualquier emisor en condiciones de producir un texto ha sido en algún momento receptor de otros textos que han quedado en su memoria y con los que establece una suerte de diálogo secreto.
Luego de leer El chino de Tablada (Homo Sapiens Ediciones) pude imaginar el recorrido lector que nutre a Scalona. Les mencioné a Borges anteriormente, pero quiero proponerles que dialoguen con la intertextualidad que presenta la novela. Esa relación entre un texto y otros siempre tiene una buena recepción en los lectores. ¿Quién no festeja que la lectura de un libro lo lleve a otro?
Esa comunicación secreta de la que Bajtín hace mención es similar a la que une a los protagonistas de esta historia. No van a poder resistirse a hurgar en su memoria lectora como si fuera una búsqueda del tesoro.
Sobre el autor
Marcelo Scalona (Rosario, Argentina) Es escritor, poeta, periodista, editor y profesor de escritura creativa. Publicó varios libros, da talleres hace más de 20 años, edita desde el año 2010 la colección Ciudad y Orilla de Editorial Homo Sapiens. Es colaborador de Página/12, La Capital y la revista Barullo de Rosario. Desde el año 2017 dirige la editorial Los libros de la calle inclinada. Fue curador de la Feria Internacional del Libro de Rosario 2022. Desde 2021 es Director General de Bibliotecas y Ediciones de la Municipalidad de Rosario.