"One Art" apareció, junto con otros nueve poemas, en el último libro de Elizabeth Bishop (1911-1979), Geography III, que fue publicado en 1976. El poema, con la estructura de una villanela, parece haber sido escrito en un período de dos semanas, algo fuera de lo común para los tiempos de composición poética de la autora, quien escribía muy lentamente y podía trabajar un poema durante años. Bishop produjo poco más de cien poemas en toda su vida, pero fue tan admirada por sus pares que se convirtió en una referente de la poesía de su época. Su amigo durante más de treinta años, el poeta Robert Lowell, le dedica unos versos que describen de modo bellísimo el método de trabajo meticuloso y exhaustivo que caracteriza su obra:
¿Seguís/
colgando tus palabras en el aire, por diez años
inconclusas, pegadas a tu pizarra, con huecos
o espacios para la frase esquiva—
Musa infalible que cambia lo fortuito en perfecto?[1]
Es posible recorrer el proceso creativo de “One Art” a través de la lectura de los diecisiete borradores de este texto, que se encuentran en la biblioteca de la Universidad de Vassar. A pesar de que el poema, que se presenta como un ejercicio en el arte de perder, parece surgir de una crisis personal en el momento en que lo escribe —los críticos coinciden en afirmar que el texto refiere al final de la relación entre la poeta y su pareja de entonces, Alice Methfessel, de quien se había separado—, podemos deducir de la correspondencia y otros escritos de la autora que el de la pérdida era un tema recurrente que la había atravesado desde pequeña.
El padre de Elizabeth Bishop muere cuando ella tiene apenas ocho meses. Cinco años más tarde, su madre es internada en un neuropsiquiátrico. Es entonces que Elizabeth también pierde su casa, ya que debe ir a vivir a Nova Scotia con la familia de su madre. Un año más tarde, otra mudanza: a Massachusetts, con la familia de su padre, aunque no por mucho tiempo, ya que comienza a tener problemas de salud y la trasladan a un pueblo costero en las afueras de Boston. En 1934 muere su madre. Dos años después, su amigo y pretendiente, Bob Seaver, se suicida, luego de haber escrito una carta de despedida a Bishop, quien había rechazado su propuesta de matrimonio. Lota de Macedo Soares, su pareja en Brasil durante quince años, también se quita la vida durante una visita que le hace a Bishop en Nueva York.
La muerte, el abandono, el desarraigo se reflejan de algún modo en “One Art”, en un tono liviano e irónico que se torna dramático cuando transmite, hacia el final, el esfuerzo que hace para que la pérdida (toda pérdida, pero la pérdida del amor, sobre todo) no se transforme en una catástrofe, aunque se perciba como tal.
One Art
The art of losing isn't hard to master;
so many things seem filled with the intent
to be lost that their loss is no disaster.
Lose something every day. Accept the fluster
of lost door keys, the hour badly spent.
The art of losing isn't hard to master.
Then practice losing farther, losing faster:
places, and names, and where it was you meant
to travel. None of these will bring disaster.
I lost my mother's watch. And look! my last, or
next-to-last, of three loved houses went.
The art of losing isn't hard to master.
I lost two cities, lovely ones. And, vaster,
some realms I owned, two rivers, a continent.
I miss them, but it wasn't a disaster.
—Even losing you (the joking voice, a gesture
I love) I shan't have lied. It's evident
the art of losing's not too hard to master
though it may look like (Write it!) like disaster.
A pesar de que Bishop solía manifestarse en contra de la poesía confesional, asociada a muchos de sus contemporáneos, como Robert Lowell, Sylvia Plath, o Anne Sexton, y aunque procuró que su vida no se reflejara en su poesía, podemos encontrar en “One Art” algunas referencias a su historia personal:
a. I lost my mother’s watch
En una primera lectura, se podría afirmar que Bishop está hablando de la pérdida del reloj de su madre, un recuerdo que seguramente tendría un cierto valor emotivo para ella. Pero los relojes son un símbolo del paso del tiempo, de la pérdida que esto conlleva, una preocupación que Bishop ya había expresado en otro poema famoso, “At The Fishhouses”. También en otra villanela, “Verdigris” (1950), un poema que no fue publicado, habla del tiempo, asociándolo al color verde. Además, el término “watch” en inglés también significa “guardia, vigilancia, mirada”. Esa mirada materna que la poeta perdió cuando, a los cinco años de edad, internaron a su madre en un hospital neuropsiquiátrico. Este verso propone, quizá, una referencia a una pérdida literal (el reloj) y a una metafórica (el cuidado materno).
b. my last, or / next-to-last, of three loved houses went
Varios autores y biógrafos coinciden en que esta es una referencia histórica, aunque difieren en lo que respecta a qué casas tenía en mente la autora al escribir el poema. Para algunos biógrafos, la poeta se refiere a Casa Mariana (llamada así en honor a su amiga y mentora Marianne Moore), en Ouro Preto, Brasil. Las otras dos casas serían la de Samambaia y la que compró Bishop en Key West antes de mudarse a Brasil. Otros sostienen que Bishop habla de las tres casas que tuvo en Brasil: la de Persepolis, la de Río de Janeiro y la de Ouro Preto. Más allá de las posibles discrepancias en este sentido, quizá sea importante resaltar lo que, según recoge Robert Giroux en la recopilación que hace de su correspondencia, Bishop dijo a sus amigos en una ocasión, cuando hablaba de la época en que vivió con Lota en Brasil: “Fue la primera vez que alguien me ofreció un hogar”.
c. some realms I owned, two rivers, a continent.
Ya no estamos hablando de la pérdida de bienes materiales: no es un reloj, ni siquiera una casa. Ahora hablamos de algo más abstracto, simbólico, y podría inferirse que la imagen de la magnitud de la pérdida (dos ríos, un continente) refiere al valor emocional de lo que ha perdido la poeta. Bishop vivió en Brasil con su pareja, Lota de Macedo Soares, durante quince años. Cuando terminó esa relación, la poeta también perdió su vida en Brasil y, de modo hiperbólico, perdió todo un continente. Además, en una carta que le envía a la Dra. Anny Baumann en diciembre de 1975, Bishop le comenta que, a la lista que enumera en la villanela, agregaría una isla de Maine, muy querida para ella, ya que siente que nunca podrá volver, por razones que, para la autora, son complicadas de explicar.
d. Even losing you…
Llegamos aquí al corazón del poema, que habla, en realidad, de una pérdida enorme: la del ser amado. Aunque, en una carta a Robert Lowell, afirma que también la muerte de Lota debió formar parte del poema, casi todos los críticos y biógrafos concuerdan al afirmar que estaba hablando de Alice Methfessel, su último gran amor, de quien estaba separada al escribir “One Art”. En una carta que le escribe a Alice el 8 de octubre de 1975, le dice: “Me hubiera gustado escribir más poemas, mejores poemas, estos últimos años. Y poemas para ti. Bueno, quién sabe, quizá algo surja ahora…”
e. … (the joking voice, a gesture / I love)
En borradores anteriores, al hablar de las características físicas de la persona amada, Bishop menciona los “ojos azules” de Alice. Sin embargo, en la versión final, cambia esta descripción física por la que todos hemos leído; la poeta elige, según algunos críticos, rasgos que había amado tanto en Lota como en Alice.

El arte de perder
Al hablar de traducción poética, sabemos que existen dos polos de tensión entre los cuales se mueven todas las posibles elecciones que se presentan al traductor: por un lado, un criterio literal que ofrezca al lector una idea lo más cercana posible a la del texto original, despojándolo de la métrica y la rima, para “salvar” el sentido. Por el otro, una versión más autónoma, estéticamente hablando, en la cual se le da más importancia al todo, al verso en su integridad, a su música, aun cuando esto implique apartarse en algún momento de la literalidad más pura del texto de origen. Hay quienes sostienen que el ritmo debe ser sacrificado en aras del sentido, y quienes lo defienden, con la premisa de que esa música no es un agregado al texto poético, sino la esencia misma del poema.
En el marco de este debate sobre la traducción de un texto poético, es interesante el aporte que puede hacer la propia poeta y su visión sobre el tema: Bishop tenía una formación musical extensa, comenzó sus estudios académicos con la intención de especializarse en el tema, y siempre mostró interés en los aspectos musicales de la poesía, como puede apreciarse, por ejemplo, en su famoso ensayo "Notes on Timing in the Poetry of Gerard Manley Hopkins", que fue publicado en la Vassar Review en 1934, donde ya aparecen, de modo incipiente, sus propias ideas sobre el ritmo en poesía.
Si volvemos la mirada a la forma en que está estructurado “One Art”, la repetición como recurso y las rimas que propone, se podría arriesgar que estas cuestiones son centrales, por lo cual deberíamos tenerlas en cuenta al pensar en su traducción. Por esto es que la propuesta que sigue intentará mantener la estructura de la villanela, recuperar la métrica (o, al menos, el efecto que causa en su lectura) y se propondrá mantener algunas formas de la rima, sin perder de vista que la siguiente es solo una versión, una lectura posible y personal, y que ya existen excelentes traducciones de este poema.
Un arte
El arte de perder no es complicado;
tantas cosas se empeñan en perderse
que el hecho de perderlas no es un caos.
Perdé algo a diario. Aceptá el fracaso
de las llaves perdidas o las horas.
El arte de perder no es complicado.
Practicá perder mucho, perder rápido:
lugares, nombres, viajes ya planeados.
Y nada de todo eso traerá caos.
Perdí el reloj de mi madre; y ¿sabés algo?
la última de las tres casas que amaba.
El arte de perder no es complicado.
Dos ciudades perdí, y algo más vasto:
un reino mío, dos ríos, un continente.
Extraño todo, pero no fue un caos.
—Aun al perderte (la voz burlona, el gesto
que amo) no habré mentido. Queda claro
que el arte de perder no es complicado
aunque parezca (¡Escribilo!) un caos.
Aunque es muy probable que esta versión haya resignado elementos fundamentales presentes en el original, me parece interesante comentar algunas de estas ausencias para reflexionar sobre el recorrido del texto.
The art of losing isn't hard to master
No se ha pasado por alto que el verbo to master, que aporta la idea de un proceso, de algo que conlleva esfuerzo y práctica, no está reflejado en la versión que este trabajo propone. Se priorizó la rima (complicado/caos) y la métrica, ya que este primer verso endecasílabo marcó el esquema del resto del poema.
So many things seem filled with the intent to be lost…
En las primeras versiones, se buscó conservar la imagen de las cosas que están llenas de algo y a las cuales se les atribuye características humanas, al darles intención:
tantas cosas cargan la intención
de perderse que el hecho de perderlas no es un caos.
Para poder ajustar el texto al esquema de endecasílabos, elegí resignar parte de esta imagen, aunque conservé la personificación de los objetos:
tantas cosas se empeñan en perderse
que el hecho de perderlas no es un caos.
I lost my mother’s watch.
En la traducción, desaparece la posible referencia a la pérdida del cuidado de la madre, que sí está en el poema original.
And look!
En los primeros borradores, se había eliminado este verbo en imperativo dirigido al lector. Al leer algunas de las críticas y análisis del poema en inglés, que remarcaban su importancia, intenté reponerlo, aunque en forma de pregunta, no como orden directa, y apelando a lo cognitivo, no a lo sensorial.
Bishop les daba tiempo a sus textos, los dejaba reposar y nunca publicó nada hasta estar satisfecha con el resultado final, sin importar cuánto tardara en lograrlo, algo que aprendió de su amiga y mentora, Marianne Moore. Traducir “One Art” ha sido un ejercicio en el arte de perder: algo que bien podría definir cualquier proceso traductor, una operación que conlleva un cierto nivel de violencia contra el texto de origen, la cual se magnifica si nos ponemos a la tarea de trasvasar la obra de quien medía con tanto cuidado cada sonido que iba a usar, alguien que “colgaba sus palabras en el aire” durante años, dejando espacios que esperaban a la frase justa que completara el poema.
[1] … Do/
you still hang your words in air, ten years
unfinished, glued to your notice board, with gaps
or empties for the unimaginable phrase—
unerring Muse who makes the casual perfect?
Rosana Laura Canosa. Es traductora pública por la Universidad de Buenos Aires, correctora de textos por la Fundación Litterae, y actualmente está cursando una especialización en Traducción Literaria en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. El filo de las cosas es u primer poemario, publicado en 2021 por Editorial Funesiana.