LAS NOCHES DICEN SILENCIO
Como gajos en agua, echando raíces en silencio, los misterios, el asombro, las preguntas crecen. Cómo saber si era yo, si fui yo todo este tiempo, cuando caían catedrales con sus retablos, y se desintegraba, como si hubiera sido de polvo reunido, la roca del mundo que era mío, la certeza de las mañanas iguales, una tras otra, la certeza del sol, real como una naranja, no puedo saber si fui yo todo este tiempo, cómo podría, y de paso, tampoco si fui yo en algún tiempo, o si fue un juego, o si es un juego, una linterna mágica, disfraces, mi carnaval veneciano, mi reunión de máscaras verdaderas, y la belleza oblicua, y los cuerpos eléctricos, el perfume de estación que inicia, si era yo, si el polvo reunido que se desintegraba, si fui yo todo este tiempo, si apenas fui la certeza de haber perdido algo, una moneda que cayó al agua, donde todo reflejo dice: soy esa moneda, el espejismo crece con el tiempo más que las raíces. Las noches ya no dicen: acá está la luz que se va, el fragor que se apaga. Las noches dicen: silencio, no hables con los dioses.
DE LA MAREA
De día puedo leer, hay luz hasta en la mente, los libros muestran su perfume, pero no puedo escribir, ciegos los ojos por la luz que ahoga la oscuridad del inicio, la nueva forma en que el hilo será enhebrado. Solo puedo escribir el hilo cuando lo pierdo. El ojo de la aguja debe clavar-se para lastimar la tela, coser las palabras en el agua. Abro el telar de la noche y la pesca encandilada entra en duermevela. Tiro las redes. Me llevo los restos de la marea.
MARAVILLAS
Si la pregunta es qué pienso, no pienso nada. Pero si escribo hay cosas que ocurren. Crece la mañana en el extremo de la cuadra, donde comienzan los jardines. Tarde o temprano el sol va a entrar por las ventanas. Falta poco para que la mente vaya tras ellos, los pensamientos que van a encandilarse. Puedo prever el desarrollo del día, el agua que se calienta para el baño, la diferencia de temperatura entre habitaciones. El invierno cavó una zanja de kilómetros. Nunca se había visto. Es como una fosa. Una fosa en el océano. Más escribo, más profunda. Ahora mismo caemos como Alicia, sin amarras. Las maravillas son del Bosco. Un país increíble se abre paso entre los árboles. Un gato con botas se come a un león. Bajo el influjo de la palabra desafiante se volvió un ratón pequeño. Los túneles ya están iluminados. La noche tuvo siempre la luna. Los pensamientos huyen para que vayamos. Se esconden con los amigos de la piedra libre. No pienso. No puedo pensar. Pero si escribo, la luna viste de plata la llanura argentina. Esa luna nos pensó alguna vez. Seguimos la estela que se pierde. La luz buena. La luz de los vivos.
SILENCIO Y ARENA
Por qué en su cabeza resuena la voz marina, esa voz que lo llevó a poner tapones de cera en sus oídos y atarse al mástil, por qué resuena todavía, por qué quería volver a casa. Por qué resuena en su mente la voz del naufragio, el sonido de piedra y maderas que se hunden. Por qué pidió a la serpiente la mordedura que lo llevaría al otro mundo, por qué quería volver a casa. Por qué resiente en la fiebre el beso que su madre no va a darle esa noche, por más cartas que le envíe, por qué escribir una vida que espera el beso que no llegará, por qué volver hasta la casa que no existe, golpear la puerta, oír el canto, no oír el canto. Por qué en su cabeza resuena el sonido del mar en que se pierde, como si fuera toda ella un caracol que guarda silencio y arena.

Los restos de la marea
Santiago Rebasa
Colección POESÍA dirigida por Griselda García
Santiago Rebasa nació en 1972 (Buenos Aires). Es psicoanalista y ejerció su práctica también en hospitales, donde fue supervisor y docente. Fue docente en la Facultad de Psicología (UBA). Publicó en 2020 “Corregir la muerte. Borges, entre literatura y psicoanálisis” (Letra Viva) y en 2013 publicó en coautoría con D. Braun “Cómo lee un psicoanalista. Sugestión, transferencia e interpretación” (Letra Viva), así como diversos artículos en diarios y en libros y revistas del ámbito académico. Además de ensayos escribe poesía, y acaba de publicar su primer libro de poemas, “Los restos de la marea” (Griselda García Editora, 2025).


