La escritora santafesina Beatriz Actis, radicada en Rosario, es autora de una obra reconocida que abarca distintos géneros y campos: narrativa y poesía para adultos y literatura para niños, además de ensayos sobre Educación, una producción sólida que, a pesar de lo variada, puede leerse con criterio de unidad.
Su último libro es Aire de huir, cuentos publicados por Caburé que narran un doble periplo donde el espacio y la interioridad de los viajeros se superponen, como el presente y la evocación que ha llevado hasta allí a los protagonistas.
La materialidad objetiva del viaje confronta los tránsitos nebulosos de las subjetividades, como un diálogo impreciso. Lo causal y lo brumoso son la sustancia de esos discursos fracturados donde las claridades asoman en breves destellos.
—Algunos de los cuentos de Aire de huir muestran a personajes en tránsito (en movimiento o varados en algún lugar) que, desde ahí, evocan sus vidas. ¿Por qué te interesó explorar en esos estados rememorativos?
—Me interesa esa tensión presente-pasado, en especial la idea de un presente en tránsito, como posibilidad u oportunidad de pensar los distintos modos en que el pasado sobrevive en uno. Viajar y perderse en la memoria, mirando a través de la ventanilla, entre gente ajena (en el caso de la narradora de Eleanor, como extranjera en otro país y, en el caso del narrador de La evocación, como extranjero en su propio país) me parece que marca un paréntesis en lo cotidiano y por ahí se filtran reflexiones, deseos: lo que fue y lo que pudo haber sido. Intenté recrear esa atmósfera, esos estados interiores. Y ya no en un plano individual, es un intento de proponer una suerte de mapa del desarraigo: algunos personajes en su derrotero conectan Latinoamérica con Europa y, ya dentro del país, a diversas provincias entre sí. Son historias de migrantes y de extranjerías.
—En otros cuentos, en cambio, lo central son los vínculos cercanos, en todo caso, las sinuosidades del presente. Pienso en Una felicidad minúscula, donde el viaje de madre e hija es casi un pretexto de la madre para tomar, a su regreso, decisiones personales.
—Sí, es cierto. En el cuento que mencionás los personajes interactúan con otros del círculo más íntimo; quise explorar esos pliegues de la subjetividad en relación con la maternidad, las relaciones de pareja, la amistad. También, con la cosa familiar de los mandatos; en Nerudova se da esto, con el encuentro de la protagonista y la familia paterna en el país de sus ancestros, una vez muerto el padre, lo que para ella supone el fin del duelo. E, incluso, ir más allá, a la imposibilidad final del vínculo: el protagonista de Sitios poco memorables vive solo pero también viaja para estar solo, y regresa y miente.
—Hay humor en las mentiras de ese personaje que vuelve de viaje y en la oficina muestra fotos falsas o inventa recorridos turísticos. También en Ingleses, en esos largos diálogos incisivos entre las hermanas.
—Sí, a pesar de cierta melancolía de los personajes e incluso de los ámbitos, traté de que en varios cuentos haya lugar para el humor. También en Riojano, donde, en un medio científico, se ironiza sobre las pseudociencias o en Mujeres en un bar, en relación con un tema como la vejez. El humor o tal vez más específicamente la ironía en situaciones o temáticas más o menos dramáticas puede desviar o aliviar la solemnidad, incluso la tensión, resaltar el absurdo.
—Tu libro anterior, Variación sobre la costa litoral, publicado en Nudista, consta de una serie de cuentos cuasi novelados: cada uno presenta su “variación”, otra manera de narrarlo. ¿Cómo entronca Aire de huir con tus libros anteriores?
—Aquí no están las” variaciones”, las reescrituras, como en el libro anterior, es decir, la realización de alguna de las potencialidades del relato original, y cada cuento cierra, aunque creo que hay un tono común en todos ellos. Quizás, en ese sentido, Aire de huir dialogue más con mis primeros libros, Viajeros extraviados (que hace muchos años publicó Bajo la luna) o Lisboa, que en su momento publicó la Editorial Municipal de Rosario. Se retoma además un hilo histórico, en este último libro presente en Traslasierra, que reúne a los personajes en torno al Bombardeo de Plaza de Mayo en el 55, como sobrevivientes.
—Sos sobre todo narradora pero también escribís poesía. El lenguaje en estos cuentos y, en general, en tu narrativa, es depurado y remite a la prosa poética.
—Lo que intento es que haya música en esos tramos en donde aparecen los recuerdos y asociaciones de los personajes, en consonancia con la reminiscencia y el fluir de la voz interior; todos los cuentos, que son nueve, están narrados en primera persona. Como sabemos (a esto lo desarrolló bien John Banville, entre otros autores), la poesía se puede dar tanto en el verso como en la prosa, y me siento cómoda en esa hibridez.

Beatriz Actis (Sunchales, Santa Fe, 1961; vive en Rosario) es autora, entre otros, de Los poetas nocturnos (2015) y Cruces cierran los campos (reedición 2021), novelas; Lisboa (2010) y Variación sobre la costa litoral (2022), cuentos; Fader (2025), poesía, y de más de treinta libros de literatura para las infancias. Obtuvo, entre otros, los premios literarios Fondo Nacional de las Artes (en cuento y novela), Ciudad de Rosario (cuento), Municipal de Córdoba (cuento), Fundación Rejadorada/Editorial Multiversa - Valladolid, España (novela). Entre sus libros de Educación figura, entre otros, Las aulas de literatura (2013, mención en Premio Isay Klasse - Fundación El Libro). Dirige la colección Lecturas y escrituras en Homo Sapiens Ediciones. Fue becaria del FNA en Creación y beca para Formadores. Algunas de sus obras para niños fueron traducidas al portugués (Programa Sur de apoyo a las traducciones). Es profesora en Letras por la Universidad del Litoral.
Carlos Bernatek (Avellaneda, 1955) es escritor, fue asesor literario en la Biblioteca Nacional y ha desempeñado diversos cargos en organismos de cultura de la Nación, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la provincia de Santa Fe. Es autor de los libros de cuentos Larga noche con enanos (1998) y Voz de pez (2003); del poemario La sonámbula (2009), y de las novelas La pasión en colores (1994), Rutas argentinas (2000), Un lugar inocente (2001), Rencores de provincia (2007) —primer premio del Fondo Nacional de las Artes—, Banzai (2011), El canario (2015) —premio Clarín-Alfaguara de Novela— y la trilogía de Santa Fe: La noche litoral (2015), Jardín primitivo (2017) y El hombre de cristal (2019). Parte de su obra ha sido traducida al francés. Su novela más reciente es ‘Ta loco aquel que quiera tu corazón (2024), publicada por Fondo de Cultura Económica.