Desertoras es una adaptación de la primera parte de la novela Las aventuras de la China Iron, de Gabriela Cabezón Cámara, que a su vez es una particular recreación del Martín Fierro, de José Hernández. Particular porque Cabezón Cámara le da a la China un espacio protagónico, cuando en el libro de Hernández se nombra al pasar. En realidad, la literatura gauchesca en general ubica en un lugar decorativo a las figuras femeninas. Por eso es tan recomendable la lectura de la novela, porque exige otra mirada.
Pero volviendo a la obra de teatro, la historia comienza cuando dos mujeres se encuentran en medio de llanura pampeana. La China (Camila Tabet) recién liberada de su matrimonio con Fierro, que la había “ganado en una apuesta”, y Liz (Nicole Kaplan), una inglesa alta y pelirroja, que anda tras los pasos de su esposo.
Liz necesita alguien que la ayude con el idioma, mientras que la China se suma al viaje como si fuera una nena corriendo al patio cuando suena el timbre del recreo. Juntas hacen el camino en una pequeña carreta bien provista de scons, tés, libros, cuadernos. Comparten risas, un picnic, besos, y se enfrentan con los peligros a punta de escopeta.

La contraposición de estas mujeres, bien marcada por el vestuario, el lenguaje, los modos, sirve para reflejar la diferencia entre dos realidades sociales, económicas y geográficas de la época en la cual se desarrolla la historia: siglo XIX. Lo urbano, lo europeo, civilizado, contra lo rural, el atraso, salvaje. Sin embargo, en el escenario, la China le enseña palabras a Liz con toda la frescura que posee, y Liz, a su vez, responde con un cariño que Josephine Star Iron, nombre que la China adopta para cambiar su vida, nunca sintió.
Porque, en realidad, Desertoras es una historia de amor.

La escenografía es minimalista, además de la carreta, hay una mesa y dos sillas. Una ocupada por la narradora, Sol Zaragozi, que marca el ritmo de las escenas, y también interpreta un duelo, como un unipersonal dentro de la obra, bailado y narrado al mismo tiempo, con un buen manejo de la respiración, creando una atmósfera especial en la sala. Y en la otra silla, Catalina Telerman, toca música en vivo (guitarra y bombo) y canta.
Este grupo de mujeres, dirigidas por Violeta Marquis, logra generar una fluctuación emotiva a lo largo de los cincuenta minutos que dura la pieza teatral. El público va a sentir el dolor de la China al narrar su vida, a pesar de la inocencia que tiene su relato. Se va a emocionar con el lenguaje de cada movimiento, va a reír con las intervenciones de la narradora o la burla entre las protagonistas por la pronunciación de algunas palabras en español o por un tapado que la China se puso al revés.
Tal es la fuerza que transmiten desde el escenario, que no necesitan decir ni una palabra para reivindicar el lugar que tienen en la historia. Lo hacen desde la música, en el baile, en la sonrisa que no se contiene frente a cada descubrimiento. O en las miradas, el encuentro de los cuerpos o el silencio.

Desertoras va por la tercera temporada y se presenta los domingos a las 18 horas en El Grito, un teatro que cuenta con bar y galería de arte en su interior. La distribución de la sala permite una buena visión de todos lados.
FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Actúan: Camila Tabet, Nicole Kaplan, Sol Zaragozi. Música en vivo: Catalina Telerman
Autoría: Creación Colectiva
Composición musical: Catalina Telerman
Diseño de escenografía y vestuario: Maricel Aguirre
Realización de escenografía y vestuario: Maricel Aguirre
Diseño de iluminación: Augusto Sanguinetti
Ilustración y Diseño Gráfico: Luciana Cámara
Colaboración artística: Martina Coraita
Video: Proyecto Excursus
Producción Ejecutiva: Sebastián Cáneva
Prensa y difusión: Prensópolis
Dirección: Violeta Marquis
Funciones: Domingos a las 18hs. Hasta el 25 de junio.
Sala: El Grito (Costa Rica 5459, Palermo - CABA)
Entrada general: $2000.- Por Alternativa
Duración: 50 minutos