Empecemos por acá. Carlos Ulanovsky, ochenta y un años. Sesenta y dos años de profesión periodística. Veintisiete libros publicados. Todas las redacciones. Todos los lugares. Trabajó con todos. También con Bernardo Neustadt y con Mariano Grondona (por separado). Supo marcar un hito radial en las mañanas con Jorge Guinzburg, Adolfo Castelo y Gabriela Radice. Arrasaban el dial con “El ventilador” por radio América todas las mañanas. También en la televisión hace más de 40 años, el primer programa de libros, “Los siete locos” junto a Cristina Mucci, (una idea de Tomás Eloy Martínez copiando el estilo de “Aphostrofes” / “Bouillon de culture” del periodista y crítico literario de la televisión francesa Bernard Pivot). Y aquí está ahora haciendo radio los sábados a la mañana con Hugo Paredero (radio Provincia AM 1270, de 9 a 11), escribiendo todas las mañanas y publicando su libro número veintisiete. Un montón. El nuevo libro en cuestión se llama El periodismo es lindo porque se conoce gente, prólogo de Sergio Olguín y dibujos deliciosos de Rep (Marea Editorial, 2025).
La presentación del libro fue maravillosa. Biblioteca Nacional, en la sala David Viñas explotada de gente con Ulanovsky acompañado de Claudia Acuña y Camilo Sánchez (periodistas) y Luis Quevedo, el rector de FLACSO. En julio, noche de frío extremo, pero todos y todas acompañando cariñosamente a El Maestro. Quevedo centró su exposición en el mapa de la ciudad, ese Buenos Aires de los bares, de la calle Corrientes, de la noche porteña, que ya no existe. Ahora es una sombra negra de mendigos que buscan comida y amparo para dormir. El libro de Ulanovsky transita ese mundo de redacciones, trasnoche, cafés y cultura vibrando en las calles. Antropología pura, también.
Acá estamos entonces con El periodismo es lindo porque se conoce gente. Libro de historia, de anécdotas en las redacciones, de la verdadera impronta no académica del periodismo escrito. Roberto Arlt, el Pájaro García Lupo, Rodolfo Walsh y el empresario Jacobo Timerman. La historia de las noticias en castellano. Primera Plana y Confirmado, el diario La Opinión, Rodolfo Walsh escribiendo las líneas de bajada de la tapa en el diario Noticias el 1 de julio de 1974, la muerte de Perón. Grabadas para siempre en papel en blanco y negro. Decía aquella tapa memorable. “Dolor. El general Perón, figura central de la política argentina en los últimos 30 años, murió ayer a las 13.15. En la conciencia de millones de hombres y mujeres la noticia tardará en volverse tolerable. Más allá del fragor de la lucha política que lo envolvió, la Argentina llora a un líder excepcional”. Allí, en las redacciones centrales, nuestro invitado de hoy, Carlos Ulanovsky.

El libro está ubicado, muy lejos de la solemnidad, en la picaresca del periodismo, en ese gen para hacer soportable la vida en las redacciones frente a la adversidad, a las desgracias, a los muertos, a los golpes de Estado, a los gobiernos horribles, a la pobreza, a todas las canalladas de la humanidad. Una especie de quirófano a corazón abierto mientras el paciente no se sabe si se salva o se muere.
Este cronista consultó a Carlos Ulanovsky y él afirma que “desde que entré en la primera redacción, me di cuenta que ese iba a ser uno de los lugares en el mundo”. El nuevo libro dialoga con fina sintonía con otro libro anterior de Ulanovsky, Redacciones, la profesión va por dentro (Editorial Sudamericana, 2012), allí cuenta su historia personal por las redacciones, que va desde el debut casi adolescente en Orbe la revista estudiantil que hacía junto a Rodolfo Terragno siguiendo por Confirmado y Panorama, dos clásicos de la década del 60 y después los diarios que marcaron la época vibrante de la política argentina, La Opinión y el diario Noticias que dirigía Miguel Bonasso. Redacciones poderosas y arriesgadas. Después el exilio en México, Ulanovsky escribió a su regreso uno de los libros más logrados sobre las crónicas de los emigrados forzados: Seamos felices mientras estamos aquí (Ediciones de La Pluma, 1983), crónicas cotidianas de argentinos en México, los conocidos como los “Argen/Mex”. Notas risueñas, melancólicas y de un pulso narrativo digno de los cronistas norteamericanos de fuste como Ernest Hemingway, Tom Wolfe o Martha Gellhorn.
Sus redacciones siguen por Clarín y Página/12 en los años 80 y la revista El Periodista, donde Ulanovsky inventa una sección que se llama “Transformaciones” para que los periodistas y cronistas escriban sobre los cambios de hábitos de los porteños y de los lugares que se van convirtiendo en otra cosa. Cines en templos evangélicos, restaurantes en comederos de comida rápida y la aparición de nuevos sitios, como por ejemplo, los bares y las discotecas gays. La década y el libro Redacciones termina cuando Ulanovsky crea una escuela de periodismo, TEA y DeporTEA, junto a Carlos Ares, Juan José Panno y Carlos Ferreira. Cuatro periodistas que “como no tenían un millón de dólares para fundar un diario, fundaron en 1987, una escuela de periodismo”, posiblemente la más importante de los últimos cuarenta años. Ese “músculo de la escritura” del que habla Ulanovsky ha sido transmitido a cada uno de los alumnos y de las alumnas en la escuela. Y después, ya en los años 90 primero La Nación y después Perfil.
Redacciones y El periodismo es lindo porque se conoce gente tienen, según el mismo Ulanovsky “una fuerte e íntima relación entre ellos y con otro libro más que es Paren las rotativas”. Libro que publicó Emecé en 1997, la historia de los medios de comunicación en la Argentina. Como se diría, un tríptico. Un corpus de estudio.
Allí está ahora, entonces, El periodismo es lindo porque se conoce gente, un compendio de escenas, anécdotas, retazos y guiños de las salas de redacción en cinco décadas. También instrucciones rápidas para “cocinar” una nota en cinco líneas y chismes y mentidas/desmentidas de periodistas que llegaron muy alto publicando historias engañosas o casi inventadas. Mucho antes del nacimiento de las fake news. Por ejemplo, aquella del desastre ecológico por pruebas nucleares en 1971 en el atolón de Mururoa, en la Polinesia francesa que, cuando el cronista y el fotógrafo llegaron, ya todo había pasado y entonces el periodista fue a la pescadería y compró diez bagres y los tiró en la playa sobre la arena, el fotógrafo sacó la foto del “desastre” con el periodista atrás con cara de preocupación. Sin nombres ni apellidos. Ese mítico periodista se defiende ahora diciendo que “recrear una situación no es una fake news”.
Ahí está. ¿Qué es la picaresca en el periodismo?, se pregunta el mismo Ulanovsky. “Es algo de oficio, de olfato, intuición, curiosidad, pero, sobre todo, astucia para romper la solemnidad y dar vuelta una página para poder llegar al cierre”. Para el cierre una anécdota que recoge el libro de la redacción del diario Crónica de los años 60. Norma Vega era la única mujer en una redacción toda de hombres. “La miraban en la redacción como a una novicia en un bar pendenciero. No la registraban, que es lo peor. Es que no sabían cómo comportarse con una mujer tecleando entre ellos. (…) Tenía talento, tenía agallas y tenía una hija. Era más culta que muchos de esos tipos que la negaban en la redacción. A los pocos días se sentó frente a la Olivetti, puso una hoja y empezó a escribir para sus compañeros. Encabezó con una fórmula gloriosa: Queridos hijos de puta. Después les contó de dónde venía y que no iba a renunciar. Después pegó el mensaje en la pared de la redacción, cerca de su escritorio, y tranquila se puso a esperar comentarios. Muchos años después de ese intento de desplante (la misma Norma Vega) contaba a las carcajadas que ese mismo día, a la hora del cierre de la edición, todos los compañeros la invitaron a juntarse y a compartir una copa de ginebra”, (anécdota levantada del periodista Camilo Sánchez para la revista Ruda y puesta como testimonio en el libro de Ulanovsky).
Otros tiempos de la historia del periodismo, también. Más leales. Y con mejor castellano. En defender el idioma, se iba la vida.
Fernando González
Profesor, periodista y exrector de TEA y DeporTEA. Trabajó en radio Del Plata, el diario Página/12 y las revistas El Periodista, UnoMismo y Playboy, entre otras.