La danza encendida
I
La veo claramente,
lleva un vestido negro
sencillo,
zapatos de medio taco,
el pelo recogido en un rodete.
Camina taconeando sobre los adoquines
de una calle angosta
rumbo a la capilla del pueblo.
¿Qué piensa?
Veo la fuerza enredándose en el hilo
que une las cuentas de su rosario.
Rezá, Pasionaria, rezá por nosotras.
Rezá, Pasionaria.
Que tu rezo me ayude a olvidar esta pena.
II
Las agujas afilan sus puntas
sobre el basto entramado de grafa.
Diez u once pantalones,
cortados y cosidos
bajo las velas de luz nerviosa
Todos iguales,
duros,
hechos en la premura
que imponen
la tormenta y el hambre.
La noche se agiganta
la danza encendida
ondula las manos
de las mujeres
ceñidas a una esperanza:
ganar algo de dinero
apenas amanezca.
Llueve sobre la chapa
dentro de ollas y fuentones
Las manos se apresuran.
Pasionaria las incita a rebelarse.
Suena a viento en el desierto,
los ojos ya no alcanzan.
Amanece,
hay que entregar los pantalones.
Se oyen los pedales de las Singer,
no paran
aunque el cansancio nazca
acumulado en los ojos y en las espaldas.
De nada sirve llorar
o lamentarse,
les dice Pasionaria.
Ya entenderán.
No queremos a los niños
en las minas,
sí en las escuelas.
El tiempo
se vuelve parco.
Debemos caminar juntas,
abandonadas a la lucha.
III
Pasionaria escribe,
la vela casi no alumbra,
el pabilo se consume.
Las palabras arden
sobre la hoja.
Su mano no necesita de la luz,
se desliza sola
a través del papel.
Cuando los primeros rayos iluminan
los bordes de la colina,
el artículo está listo,
falta la firma,
su firma.
Suenan las primeras campanadas
en la parroquia,
llaman a misa de Pascua.
El pueblo celebra
la pasión de Jesucristo.
Dolores Ibárruri
escucha las campanas
y se pare a sí misma como
Pasionaria
Nace de sus raíces
esa otra mujer
dispuesta a sembrar de flores los ríos.
Páramo
De los ojos de mi amiga
crecen ramas como brazos.
Rasgan el aire con su filo,
ocultan los rayos de luz
de la lámpara y
proyectan sombras.
Ásperas se enredan
en los hilos
de humo del cigarro,
caen cerca de la bandeja
de bocaditos que preparé.
Busco en el interior
de los ojos de mi amiga
el tronco de aquel árbol;
detrás hay un páramo
y pedazos de espejo roto;
en cada uno,
el cuerpo fragmentado.
Gaza
Entre los escombros
asoma un niño,
como un retoño.
Adriana Chiattone (9 de julio, Buenos Aires) es egresada de la carrera de Psicología de la UNLP. Cursó estudios de escritura creativa en Casa de Letras.
Publicó La permanencia (Linda y Fatal ediciones). Su cuento Paraíso fue incluido en la antología Gente Mayor publicada por Ediciones Cienvolando.
Otras obras de narrativa breve como Penumbras y Camino a casa, fueron seleccionadas para el proyecto de editorial Outsider titulado Huellas digitales. Publicó Cacao amargo (Ediciones Cienvolando)
Como narradora oral presentó diversas obras dirigidas por su maestro Pedro Parcet: Un canto de amor, adaptación de India Song de Marguerite Duras. La voz perdida de Pascal Quignard. Querido Ingmar, una obra basada en la historia de amor de la actriz Liv Ullman y el cineasta Ingmar Bergman, Hiroshima Mon amour, una adaptación del guion de Marguerite Duras. Desde el 2014 junto a la poeta Mónica Sifrim coordina el proyecto editorial Cienvolando.